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Marceloté

Marceloté

Ya es el día siguiente por aquí, pero hoy cerró sus puertas Marceloté.

El edificio de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires en el que estudié, donde los estudiantes sobrepasaban ampliamente la capacidad de sus aulas, donde atravesar las puertas entre estudiantes y militantes tomaba media hora, donde crecí, milité e hice muchos amigos, quedaba en la calle Marcelo T. de Alvear.

Para albergar a estudiantes de Ciencia Política, Ciencias de la Comunicación, Sociología, Relaciones del Trabajo y Trabajo Social, no le alcanzaban sus aulas (con sus respectivas subdiviciones, sus pisos para sentarse y sus pasillos para escuchar de lejos) ni las aulas de las facultades aledañas que tomaba prestadas y fue abriendo distintas sedes.

Por eso a esta, a la que me albergó como estudiante, militante y profe, se la llamaba Marceloté. Hoy cierra sus puertas y con ellas sus pasillos y su mítica Aula 100. dejarán de dictarse materias de las carreras allí.

Mis ideas sobre lo que se debe esperar de la educación universitaria cambiaron mucho y sobre cuál debería ser el rol institucional y social de la universidad también, pero puedo decir con certeza que gran parte de lo que soy se lo debo a ese paso por Marceloté, a los amigos que hice, que hoy están en Buenos Aires y en otras ciudades del mundo, y a aquellos profesores que sí ocuparon el rol que sigo defendiendo: aquellos que dispersaban generosamente su conocimiento provocando querer entenderlos, aquellos que defendían que las lecturas debían estar provocadas por un debate previo, aquellos que nos enseñaron a aprender.

No cabe contar las cosas que aprendí, sufrí, disfruté, discutí u organicé entre aquellas paredes, pero no puedo dejar de permitirle un lugar a la nostalgia y brindar por Marceloté.

Carolina Ruggero, socióloga y experta en políticas públicas

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