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Una historia sin gallinas

Easter-Tree

ConejosPascuaHace un par de semanas una amiga se quejaba de la cantidad de huevos que llevaba rotos en el proceso de «soplado pascual». Se me dibujó una sonrisa. A lo largo de mi vida compartí con poca gente la experiencia de mi madre maldiciendo porque se le rompían los huevos mientras intentaba vaciarlos a pedido de mi maestra: media docena cada Pascua (más de una docena para lograrla). A mí me encantaba pintarlos después… también pintábamos huevos duros… nunca supe quién se encargaba de los que después servirían de decoración, esos eran lindísimos.

Pero si vivís en Argentina (como en la mayoría de los países del globo), esto te pasa sólo si vas a una escuela Waldorf o similar. Lo que sí te pasa es que esperás ansioso el domingo de Pascua porque ese día viene el conejo a traerte huevos de chocolate. En realidad el muy perverso los esconde y hay que encontrarlos. Aunque eso no sé si es muy raro después de pensar en que es un conejo el que trae los huevos…

huevos de chocolateLo importante es que me encantaba salir a buscarlos y, sobre todo, encontrarlos. Aunque no todos los traía el conejo: mi tía Belcha nos compraba unos de buen tamaño en «El Cafetal» y me encantaban. El lunes por la mañana era la merienda obligada en el cole mientras se comparaba la cosecha de huevos con los compañeros.

Durante muchos años el centro de mis dudas estuvo en por qué no todos los niños pintaban huevos, luego en por qué la rosca de Pascua era igual a la de reyes pero traía un par de huevos duros con cáscara adentro de la masa, más tarde comencé a cuestionarme sobre la relación entre el conejo y los huevos (¿sería el amante de la gallina y preferiría que no haya pollijitos en casa?).

Hace un par de años mis preguntas ganaron profundidad el día que se refuta mi idea respecto de la universalidad de la ingesta de huevos de chocolate para las Pascua. Ya ni hablar de la naturalidad de pensar que los trae un conejo.

La primera aproximación

Padrí_amb_la_MonaLa primera relación que encontré fue la historia de la mona de pascua. Actualmente fastuosas esculturas de chocolate, tradicionalmente un pastel con huevos. En ambos casos, un alimento que los padrinos regalan a sus ahijados.

Durante mucho tiempo, entre las prohibiciones de la cuaresma, no solo se encontraba la carne sino también los huevos. Se acumulaban tantos, que el día de Pascua la gente corría a bendecirlos para comerlos en familia y distribuirlos como regalo a vecinos y amigos. Los padrinos entonces regalaban a sus ahijados un pan con huevos que llevaban a bendecir a la iglesia el domingo de pascua.

Durante la Edad Media, en Semana Santa, era común que los censos feudales se pagaran con huevos. Y se estipulaba que el día de pago fuese el domingo de Pascua.

En Francia, los estudiantes organizaban la «Procesión de los Huevos»: se reunían en parques y plazas y de allí partían hasta la iglesia principal. Durante el trayecto, golpeaban las puertas de las casas, para que cada familia les regalara huevos, que a posteriori serían bendecidos por un Cura.

Como el ayuno era obligatorio, se adopta la costumbre de cocer huevos y almacenarlos y en la época de Luis XIV, se introduce la glamorosa innovación de pintarlos para después venderlos.

Entre los siglos XVII y XVIII, a la salida de la misa pascual, se ofrecían al monarca cestas cargadas de huevos dorados y decorados artísticamente.

Por otro lado, en Hungría, era común que el lunes de Pascua, los muchachos acecharan a las chicas de su pueblo para tirarles un balde de agua en la cabeza. Aparentemente, esto habría sido una especie de galantería húngara porque, además de mojarlas, reclamaban a sus víctimas una retribución y la joven debía entregarle a su pretendiente un huevo y un beso. No es difícil deducir que esta costumbre estaba mucho mas asociada con los festejos de primavera que con el significado cristiano de la Pascua.

Nos vamos acercando

Como las tradiciones, a las que me parecía estaban asociados los huevos pintados a mano, no me sonaban como muy ligadas a la cristiandad, tampoco los de chocolate y mucho menos los conejos… más bien reacomodé mi cabeza al hemisferio norte y volví a pensar en el solsticio de primavera. Claramente los jóvenes húngaros intercambiando huevos como parte del flirteo estaban más cerca del origen de la tradición que los curas bendiciendo los frutos del vientre de la gallina.

Además de que el nombre de la mona la munna, término árabe que significa «provisión de la boca», regalo que los musulmanes hacían a sus señores; los huevos simbolizaron fecundidad y renacer no solo para los cristianos y en la gran mayoría de los casos, se encuentran asociados a los festejos de primavera.

SpringEostre u Ostara (Easter!), la diosa germana del alba y la primavera, está relacionada con la fertilidad y se la simboliza con los huevos que dan nacimiento a una nueva vida y por conejos que representan la reproducción prolífica. La Iglesia se apropia de algunos aspectos del festival pagano de Eostre y los pone de manifiesto en la festividad de Pascua de Resurrección, solo que el festival de Ostara se celebra siempre en el equinoccio de primavera.

Entonces, el tema va de apareamiento, muerte y renacimiento de la primavera. La misma idea y los mismos símbolos reaparecen en Inanna y Dumuzi, Ishtar/Astarte y Tamuz, Afrodita y Adonis, Cibeles y Atis. Las liebres estaban consagradas a Eros/Cupido y Afrodita, ambos se suponía habían nacido de huevos. Muchos opinan que Ishtar/Astarte no era otra que la Ashtoreth de los judíos o hebreos y a ella querían festejar, a pesar de la prohibición del faraón, la pascua que terminó en éxodo y libertad.

En fin, que con huevos pintados o de chocolate; con conejos escondiendo huevos o comestibles; como sea… la primavera es para festejarla!

Carolina Ruggero, socióloga y experta en políticas públicas

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