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Los Dioses somos nosotros

Interestellar
Disclaimer: este post puede contener spoling. Esto quiere decir que si no viste Interestellar, arderás en deseos de verla después de leerlo aunque posiblemente pierda un poco el efecto novedad.

Interestellar es una peli de ciencia ficción, de viajes en el tiempo, distópica y utópica al mismo tiempo, desesperante, optimista, subversiva.

La historia va de los últimos días del planeta Tierra. Nubes de polvo y plagas que acechan uno a uno los cultivos hacen que la vida en el planeta sea paulatinamente inviable, llevando la necesidad de la especialización agraria a tal extremo que comienzan a negarse ciertos avances históricos de la ciencia en la educación infantil para que nadie desenfoque del objetivo: cultivar la tierra para poder comer.

El protagonista, ex piloto de la NASA devenido en granjero, cultiva en sus hijos el amor por la ciencia e incentiva a su hija a utilizar la explicación científica ante cualquier evento sobrenatural. Además, en los ratos libres, se dedica a cazar drones que siguen volando desde tiempos anteriores al desastre. Sin embargo, a escondidas, la NASA sigue funcionando y, en paralelo a múltiples señales tanto en la Tierra como fuera de ella, están trazando planes alternativos para salvar a la humanidad toda. Para ello, es imprescindible salir a explorar planetas viables para la vida humana.

Y aquí comienzan a sucederse explicaciones y visualizaciones de agujeros negros, agujeros de gusano, galaxias lejanas, tiempos alternativos… una aventura que nos pondrá en tensión constante, no debida a posibles accidentes que provoquen la muerte inminente, sino a decisiones que se relacionan con el futuro de la humanidad en contraposición al futuro de las relaciones personales de los mismos protagonistas: bajar en un planeta o no puede significar una diferencia de 20 años en los que los seres queridos  paralelamente envejecerán en casa; decidir iniciar una colonia nueva en otro planeta significaría abandonar esperanzas de salvar a quienes viven en la Tierra en ese mismo momento…

Y este es uno de los trazos más subversivos de la película porque, si bien la humanidad está en juego, fallar o no a sus seres queridos es una tensión fundamental del protagonista incluso ante la salvación del género humano enarbolada por quienes (quizás) terminen siendo los verdaderos enemigos.

Otro trazo argumental distintivo es el que esbozaba más arriba: la apuesta por el avance de la ciencia opuesta a un miedo por lo impredecible traducido en una especie de ignorancia arrogante y decrecionista.

Esto último está en relación con ciertos acontecimientos catalogados como paranormales que se terminarán reconociendo como potencialidades científicas posibilitadas por los saltos temporales pero, por sobre todas las cosas, por la voluntad de negarse a aceptar una realidad opresiva que limita el desarrollo. Esa realidad tiende a explicar los fenómenos como imposibles o realizados por inteligencias superiores, entendiéndose esta superioridad como paranormal, divina o extraterrestre.

Sin embargo, y aquí el mayor spoiling de este post y la subversión más grande de esta película, aquello que es interpretado como fenómeno termina siendo ni más ni menos que la evolución del pensamiento, la ciencia y la técnica realizada por aquellos que creyeron que en ese desarrollo estaba el futuro del género humano pero, por sobre todas las cosas, la posibilidad de creer y querer a sus seres queridos. Porque, frente la retórica que intenta imponer constantemente como ««lo más racional» la «salvación de la Humanidad», algunos de los protagonistas presentan como lo más racional la defensa de su comunidad de afectos.

Hace casi un siglo que la Teoría de la Relatividad General fue expuesta en una ecuación. Esta teoría sigue siendo utilizada sin fallos por físicos y cosmólogos. Hacer un listado solo de los descubrimientos que cambiaron la vida de gente normal a lo largo de los últimos cien años nos ocuparía páginas y páginas. Sin embargo, cada vez nos enfrentamos a más discursos proclamando que lo que hay que hacer es dar un paso hacia atrás: volver al origen, retroceder un poco para igualar las posiciones de largada, reducir o prohibir todos aquellos avances que tengan externalidades negativas… como si olvidaran que la responsabilidad de los seres racionales para con aquellos que nos rodean es avanzar y arriesgarnos cada vez más, mejorar lo que no salió tan bien, crecer, explorar, incrementar ciencia, técnica e imaginación. Inventar cosas que nos permitan vivir cada vez más y mejor junto a aquellos que nos rodean y, de esa manera, construir un mundo mejor.

Nota: El «working title» que le puso Christopher Nolan a esta película mientras la estaba filmando fue «Flora’s Letter». Flora es la hija mayor del realizador y su película una carta de amor para ella.

Carolina Ruggero, socióloga y experta en políticas públicas

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