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La impresora 3D, la economía directa, China y Simone de Beauvoir

ejemplos-fabbingEn un principio fue el DIY y contentos estuvimos todos porque podríamos hacer las cosas por nosotros mismos, personalizarlas, [[hackear|hackearlas]] y, sobre todo, tener sensación de [[abundancia]]. El DIY, su tecnología el [[fabbing]] y su herramienta la impresora 3D, nos permitieron trasladar la [[blogsfera|enredadera conversacional]] de las [[topologías de red|redes distribuidas]] al mundo de los objetos.

La idea de [[escala|reducción de escala]] se asimiló con lo artesanal y, de pronto, todos hacíamos nuestras cosas como Gepettos o como diseñadores top. Pero nunca como chinos…

La potencia del concepto DIY es el abrir las fronteras del aprendizaje, el no ponerse límites. Lo que quieras, podés hacerlo vos mismo, si te las ingeniás. Pero el DIY no es trabajo productivo. Hoy por hoy, salvo que queramos vivir como agricultores autosuficientes o escindir completamente nuestra forma de generar ingresos de nuestras actividades domésticas, el DIY no pasa de hobby.

Simone de BeauvoirComo en su momento lo hizo el discurso feminista, la cuestión no pasa solo por alivianar la vida doméstica sino por ganar la plaza pública. Para Simone de Beauvoir, el problema mayor del confinamiento doméstico, de la exclusión del proceso productivo, era la pérdida de vínculos sociales y, con ellos, de libertad.

La salida de la mujer a trabajar y la reducción del tamaño de los hogares (la independencia de la familia extendida), permitió la tercerización de servicios de cuidado, creando a su vez nuevos emprendimientos comerciales. Si mamá y papá salieron a trabajar y ya no vivimos con la abuela y la tía abuela porque a mamá la volvían loca las dos viejas, ahora tenemos comida precocinada, canal de tv para chicos, taller de iniciación musical y transporte escolar.

Está muy bien retomar algunas de estas actividades si nos dan placer o mayor control sobre nuestras necesidades. Porque la parte realmente interesante de hacer las cosas nosotros mismos es que aprendemos a hacerlas, posibilitando tanto la autosuficiencia como la contratación exigente.

Entonces… ¿Nos olvidamos del [[fabbing]]? ¿Del [[modo de producción P2P]]?

No. No nos olvidamos. Solo debemos recordar que la libertad es la libertad de competir, de proponer, de crear y de producir. La tecnología distribuida nos abre cada vez más mundos y la Internet de las cosas nos permite pensar en modelos de negocio para objetos que antes eran exclusivos de los servicios. El talento, la inspiración, el ingenio, siguen siendo el factor más importante. Se puede tener la idea, prototiparla y, si funciona, comercializarla. O se puede tener la idea, buscar un plano libre, [[hackear|hackearlo]] para que se parezca a mi idea y producirla.

En fin, lo que quiero decir es que la mejor manera de que el DIY no se convierta en sobrecarga laboral es a través de la [[economía directa]]. Convertir la habilidad ganada y la necesidad en una oportunidad de negocio.

GlifVincular la cultura maker a las redes de economía global, así lo explicaba John Robb ya en 2010 dando el ejemplo del Glif, un trípode diseñado, a partir de una necesidad de nicho observada, por Studio Neat, que no solo se animó a diseñarlo, desarrollarlo, prototiparlo (con una impresora 3D) y producirlo en China con ayuda de crowdfunding; sino que además entendió el desafío de la innovación, creando nuevos productos cada vez, después del éxito del primero.

El camino del [[modo de producción p2p]] pasa por el [[fabbing]], es cierto, pero de momento la impresión 3D está lejos de poder sustituir a la producción industrial. Sirve para la primera parte: hacer prototipos. Cuando se quiere producir y salir al mercado, servir a los demás en lo concreto, la mejor impresora 3D está en China y sus bajos costos de producción.

La eficiencia en la selección de materiales, diseño y tecnología productiva seguirá siendo igualmente importante; pero podrás llevarlo adelante con poco capital, enviándolo a producir a donde más te convenga y salir a la plaza pública, que no es otra que el mercado, donde paseamos, nos mostramos, intercambiamos y nos tomamos ideas los unos a los otros para que todo vuelva a empezar.

Carolina Ruggero, socióloga y experta en políticas públicas

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