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La cooperación de las ideas y el origen de las universidades populares

Un obrero sobrio en cada taller hará más por combatir el alcoholismo que todas las leyes prohibitivas y represivas. Diez trabajadores inteligentes y rectos que conozcan los verdaderos principios de la cooperación, las grandes leyes de la solidaridad humana, harán más por la mejora social que todas las caridades privadas u oficiales y que todas las legislaciones del trabajo. La justicia, la libertad, la solidaridad, no están fuera del hombre.

La cooperación de las ideasSe dice que no es posible decir cuál fue el nacimiento de las universidades populares y muchos incluyen al Informe para la «Organización General de la Instrucción Pública» de Nicolas de Condorcet entre sus orígenes fundamentales, pero algunos identifican al folleto «La cooperación de las ideas» de Georges Deherme como el detonante de lo que se convertiría en un movimiento que se expandiría por toda Europa y desde allí cruzaría el mar.

Este folleto se convertiría en una revista en la que colaborarían académicos de toda Francia. La idea que sostenía Deherme era que el futuro, el ideal del mañana, sólo podía pensarse con educación popular.

Para eso era necesario dinero además de convicción. Un donativo de 100 francos que recibió la revista sirvió para alquilar una trastienda, comprar dos tablas, unas banquetas y unas lámparas de petróleo. Así nació la primera Universidad Popular, uno de cuyos lemas era:

Aceptamos todas las utopías y nos disponemos a vivirlas.

Deherme es un ebanista libertario individualista que bebe de la tradición mutual y federalista del anarquismo pro-mercado francés, que piensa en la «Sociedad futura» como una coordinación de asociaciones voluntarias en las cuales el individuo es el elemento central. Amigo y compañero de debates de Eliseo Recĺús, sus ideas fueron inspiradas tanto por Fourier como por Stirner, tanto por Proudhon como por Ruskin.

La concurrencia fue dispar en un principio pero las actividades se sostenían noche tras noche, en forma de conferencias teóricas principalmente, siendo las primeras: «Historia de la civilización», «El hombre y la raza», «El movimiento industrial y social en Alemania»,  «El alcoholismo y sus consecuencias sociales», «La educación artística: Rembrandt» y «Las cooperativas de producción». Poco a poco  se pudieron comprar algunas cosas más, iniciar una biblioteca y realizar un par de excursiones al Louvre. Más tarde se recaudarían más fondos y se mudarían a un magnífico local. Allí, además de conferencias y cursos, tendrían lugar el arte a través de reproducciones de obras afamadas, las mutualidades, las cooperativas de distinto tipo, las colonias de vacaciones para niños… La única contraprestación: una exigua cuota. No se  firmaba nada y no había membresía formal alguna.

Crisis del modelo de Deherme

Sin embargo, una vez constituida la «Sociedad de Universidades Populares» con una quincena de centros, una coalición de grupos socialistas y anarquistas de orientación colectivista se enfrenta a Deherme y el grupo fundador que abandona el proyecto cuando pierde la hegemonía. El proyecto original se tacha de «conservador» y las universidades populares se comienzan a asociar a entornos militantes colectivistas. Las nuevas Universidades Populares quedan lejos de la diversidad de los planteamientos de su impulsor.

Tal vez un proyecto que apostaba tan abiertamente por la diversidad como el de Deherme era inviable en la Francia fracturada del caso Dreyfus y la radicalización obrera. De repente el republicanismo laicista era «burgués», la tradición fourierista parecía «obsoleta» y el cooperativismo de Charles Gide era demasiado conservador para una joven militancia que desconfiaba de todo lo que no abogara por la colectivización inmediata.

Paralelamente, en Inglaterra, Estados Unidos, Austria y más tarde en Dinamarca también se habla de Universidades Populares, principalmente asociadas a las actividades que se conocerían como de Extensión Universitaria. Pero la extensión universitaria, los centros municipales y las escuelas de oficios son historias diferentes. Historias que iremos contando para intentar contestar ciertas preguntas que dejo aquí abiertas: ¿Son necesarias las universidades populares hoy? ¿Cuál debería ser su sentido? ¿Cuál debería ser su público? ¿Deberían ser públicas? ¿Cómo deberían financiarse? ¿Cuál sería su modelo? ¿Existe la motivación y la necesidad de crear uno nuevo?

Carolina Ruggero, socióloga y experta en políticas públicas

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