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Abrir para aprender

radio_spikaCuando era muy chiquita me regalaron una Spica. Supongo que era la que mi papá usaba para escuchar los partidos de Velez antes de la llegada del Combinado al hogar.

La vieja radio, con su precioso estuche de cuero ya muy ajado tuvo un destino increíble (al menos para mí): fue abierta en dos, mirada y tocada por mí durante días. Todavía me acuerdo de los colores y formas de esas piecitas y de que escuchaba fascinada cualquier explicación que me dieran, por pequeña que fuera, como «eso es un transistor». Yo tendría alrededor de 5 años y por aquella época no me dejaban tocar ningún tipo de aparato eléctrico ni mecánico de la casa, supongo que sólo sabía accionar el picaporte de la puerta.

ZX Spectrum 48kA los 12 años, Papá Noel, con un gran esfuerzo, nos trajo a mi hermana Alejandra y a mí una Spectrum. Recién regresábamos a Buenos Aires después de vivir durante dos años en un pueblo de San Luis y nos enterábamos de que había «computadoras» en las casas. No sabíamos muy bien para qué servían, los adultos de la familia tampoco. Solo sabíamos que eran fruto de la modernidad y que parecía que se podían jugar algunos juegos con ellas.

Creo recordar que cuando conectamos el cacharro a la tele no pasó nada o, al menos, no lo que se suponía tenía que pasar. Recuerdo también que yo estaba convencida de que lo podría resolver. Es que mi madre prácticamente me había obligado a aprender a arreglar enchufes y teléfonos y a cambiar los cueritos de las canillas, porque decía que así se ganaba independencia (unos años después me obligaría a aprender a manejar). Pero, quizás porque seguíamos escuchando música en el mismo combinado, mi madre no tuvo noción de la obsolescencia que venía aparejada al mundo en el que vivíamos, prohibió tocar la Spectrum y la escondió a la espera de que alguien conocido nos enseñase qué hacer con ella. Creo que no vale la pena contar la poca vida útil que tuvo esa Spectrum guardada en un armario y lo rápido que quedó obsoleta.

BrickPiHoy, cuando escucho los reclamos de los padres frente a las demandas de sus hijos por un nuevo modelo de Ipad, lo asocio a cuando yo pedía determinada marca de jeans y entiendo que tachen el pedido de superficial y den una negativa como parte de la educación. Sin embargo, quizás por ese frustrado comienzo informático, no dejo de pensar en que el formidable acceso a la tecnología con el que contamos, sumado a ese deseo de consumo tecnológico, es una ventana de oportunidad genial si es combinada con un ingrediente gratuito: [[ética hacker]].

Más aun cuando pienso en que es en muchos de esos hogares en los que se adquieren artículos tecnológicos como simples objetos de consumo y no se compran algunos más baratos simplemente para poder jugar con ellos: mirarlos, tocarlos, aprender cómo funcionan, abrirlos si es necesario.

Pareciera que la mayoría de las iniciativas de hackers relacionadas con tecnología y dirigidas a niños tienen finalidades de inclusión social, muchas de ellas realmente maravillosas. También hay algunos productos interesantes para sectores medios y propuestas en las que la robótica es un instrumento maravilloso para que los chicos se enganchen con el hardware libre.

Sin embargo, veo pocas propuestas que den herramientas a padres menos frikis para poder potenciar las capacidades de sus hijos. Normalmente, se quedan embelesados mirando como el niño domina una touchscreen porque el recuerdo que tienen es que a ellos no los dejaban tocar ni la tele en blanco y negro, y no se dan cuenta de que están haciendo lo mismo pero en estos tiempos. Suelen dejar la educación tecnológica en manos de la escuela porque piensan que no tienen nada que enseñarles, se sienten disminuidos como se sentían los padres que no habían terminado la escuela en otras épocas. Como parte de lo mismo, creen que sus hijos son unos genios y, a veces, se lo hacen creer.

La diferencia es que no son analfabetos, son padres con recursos que no toman conciencia del tiempo y el dinero que están desperdiciando y de la oportunidad que están negando a sus hijos. También creo que se está desaprovechando una oportunidad de negocio con esos padres, de contarles que aprender junto a sus hijos no es distinto de cuando nuestros padres leían con nosotros el reglamento del Juego de la Oca para después jugarlo.

Niños y ArduinoA los chicos les gusta investigar! Lo hacen todo el tiempo. Les gusta armar y desarmar, para volver a armar. Acaso ¿es distinto ver a un padre arreglar el auto, a la madre hacer que la canilla deje de gotear o al tío arreglar una silla con un alambre? ¿Realmente no existe similitud entre estos ejemplos y padres e hijos aprendiendo juntos a hacer cosas con Arduino o Raspberry Pi? ¿Decidir juntos qué tipo de teléfono quieren tener? Yo creo que sí, que hay una hermosa ventana de oportunidad allí que, con solo un poco de información adecuada, puede hacer la vida de mucha gente más interesante.

Carolina Ruggero, socióloga y experta en políticas públicas

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